Después de celebrar nuestro 15º aniversario, junto con antiguos directores y cantantes de Tessàlia, este trimestre estamos inmersos en un nuevo proyecto sobre la música coral del País Vasco. Se trata de un conjunto de canciones populares, sacras y navideñas vascas de Javier Busto, David Azurza o Padre Donostia, entre otros. Detrás de este proyecto hay meses de mucho trabajo, esfuerzo e ilusión que pronto veran la luz en los próximos conciertos de Navidad previstos en los días 19 de diciembre y 10 de enero.
Además de los ensayos habituales, incluidos los intensivos y parciales por cuerdas de la mano de nuestro nuevo director Xavier García, hemos contado con tres actividades muy especiales: la visita del compositor David Azurza, la clase colectiva de técnica vocal con Eulàlia Fantova y un taller de ritmo con Michèle Alderete. Os las explicaremos rápidamente.
Aprovechando su paso por Barcelona a finales de septiembre, el compositor e intérprete vasco David Azurza compartió un ensayo con el coro para trabajar algunas de sus piezas más emblemáticas como son “Querida madre”, una canción de cuna popular navideña, y “Suari Kanta”, un villancico lleno de sonoridades contemporáneas. Fue una oportunidad única para ensayar con el compositor sus propias canciones corales, poder entenderlas mejor y afrontar con más agilidad ciertas partes que presentaban problemas.
A mediados de noviembre la mezzosoprano Eulàlia Fantova nos ofreció una clase colectiva de técnica vocal. Estuvo trabajando por cuerdas diferentes ejercicios de técnica vocal, que luego aplicamos al motete “Ave María”, de Javier Busto. El resultado fue increíble, las voces empastaron mucho más y ganaron ‘verticalidad’.
Unas semanas después nos fuimos a Vilassar de Dalt y dedicamos todo un día al canto, acogidos en el bonito Centro Cultural la Massa. Terminamos la jornada intensiva de ensayos, y de fuertes lluvias, con un magnifico taller de ritmo y cuerpo, impartido por Michèle Alderete. La reconocida directora coral y cantante del cuarteto vocal Gema 4 nos hizo mover todo el cuerpo, marcando ritmos distintos con la voz, pies y manos, que teníamos que coordinar entre todos. Una experiencia única que nos permitió sentir el canto con más ligereza en nuestro cuerpo.